
Cuerpo a tierra

En tiempos de guerra es normal oír la expresión "cuerpo a tierra" para evitar las consecuencias de una posible bomba, granada o tiros cercanos a nosotros. Vivimos un periodo de bienestar en el que hace tiempo que por estos lares no sentimos la guerra propiamente dicha. Se aproxima a Europa a través de Ucrania y en África tenemos situaciones diarias donde puede estallar un conflicto armado prácticamente en cualquier momento. Pero nosotros, en las islas paraíso, parece que vivimos ajenas a todo eso. Nosotras, lo que tenemos aquí es un conflicto económico. Una guerra más sutil, subyacente, que se instala en nuestras vidas como un virus. El capitalismo mide nuestras libertades, oportunidades y privilegios. También nuestra salud y nuestra calidad de vida. ¡Oye! Y lo hemos aceptado como parte inalterable de nuestro ser. ¿Cómo vivir hoy día fuera de ese sistema asesino y esclavista? En estos tiempos, sinceramente, he oído muchas veces dentro de mí eso de "cuerpo a tierra", porque llevamos ya mucho tiempo arrasando con todo, poniendo como excusa el mal entendido "progreso". Podemos comprarlo todo, podemos venderlo todo, en un afán de llegar a un prototipo de felicidad de anuncio, sin saber realmente cómo se siente. La humanidad es parte de la Tierra. No podemos alienarnos de ella y crear un mundo paralelo virtual en el que vivimos sin tener en cuenta nuestra parte biológica, obviando que formamos un todo. Sin un ecosistema sano, no hay vida. ¡Tenemos que despertar ya! Echar nuestro Cuerpo a Tierra, dándole un abrazo al planeta que nos sostiene, sin asfalto, ni cemento, ni billetes, ni monedas. Solo escaparemos de esta a través de los cuidados, como han hecho las madres a lo largo de la historia, pero no solo a nuestros semejantes, sino también al resto de seres vivos y al planeta que nos da cobijo y nos permite seguir jugando a esto de la vida.