Los alimentos de kilómetro 0: De mayor calidad, frescos y locales
Los productos de kilómetro cero, también conocidos como de “proximidad” o de “cadena corta”, surgen con el movimiento Slow Food en los años 90, con el objetivo de promover el consumo de alimentos de calidad, ecológicos y próximos. Se comercializan de forma local y los productos son más frescos y cercanos a los consumidores. Estos alimentos están muy bien valorados actualmente, porque implica una alimentación más saludable que es ventajosa desde el punto de vista ambiental y económico. En este sentido, se reduce la huella ecológica que implica la manipulación, el embalaje y el transporte de materias primas a miles de kilómetros.
Ventajas de consumir productos de kilómetro 0
En países como Reino Unido, Italia o Francia se apuesta cada vez más por este tipo de producción y consumo local para beneficiarse de sus ventajas. Al acortar las distancias, se minimiza el transporte internacional, las emisiones de gases de efecto invernadero que afectan al cambio climático, el desperdicio de alimentos o el movimiento de especies de sus lugares de origen que se convierten en invasoras al llegar a un nuevo terreno. Otra de las ventajas de los alimentos denominados kilómetro cero es que, al estar recién extraídos, las frutas o verduras no reciben los tratamientos de conservación o congelación, no se emplean aditivos químicos, fertilizantes, herbicidas, pesticidas, grasas añadidas, hormonas ni antibióticos. Así, contribuyen a la seguridad alimentaria y, en consecuencia, tienen mayores y mejores propiedades, se acentúa el sabor y el olor al tratarse de productos frescos. Otro factor importante es el económico. Este tipo de producción beneficia a toda la comunidad, ya que se mantiene y refuerza la economía local, especialmente a los pequeños y medianos productores. Además, el consumidor también puede ahorrarse un dinero en la cesta de la compra si se convierte en su propio productor de alimentos kilómetro cero si cultiva su propio huerto urbano. A todos estos factores hay que sumarle la de que los consumidores están cada vez más preocupados por llevar una alimentación sana y saludable, les gusta estar informados sobre el origen de los productos y el método de elaboración. Así pues, comprar productos kilómetro cero supone tener información detallada de todo de lo que se consume. Asimismo, estos productos son más baratos, ya que se reducen los intermediarios de comercialización, transporte y distribución.
Productos con etiqueta
Los consumidores tienen varias formas para comprobar la información de un producto. Las etiquetas o certificados son una de las principales y, conscientes de ello, los productores de alimentos kilómetro cero tienen diversas iniciativas para disponer de un etiquetado específico. La Comisión Europea publicó un informe a finales de 2013 en el que proponía un etiquetado de productos agrícolas que se vendan de forma directa o a nivel local. También se recogía que los consumidores de la Unión Europea solicitan cada vez más “alimentos de calidad, frescos y locales”. Por otro lado, en los restaurantes Slow Food disponen de una etiqueta que certifica que en sus locales se consumen productos que se ajustan a las características del kilómetro cero. Para conseguir el sello que lo certifica deben tener en su carta al menos cinco platos kilómetro cero y, como mínimo, el 40% de sus ingredientes deben ser locales, reciclar los residuos generados y que el chef sea socio del movimiento Slow Food.
